Las abuelas del bebé que falleció el jueves en Larroudé, cuyos padres permanecen detenidos, solicitaron hacer pública su versión de lo sucedido.
“Queremos dejar claro que creemos en la inocencia de nuestros hijos” dijeron, a la vez que que mostraron su preocupación por que “siguen detenidos y sobre todo ella no tiene un estado de salud que le permita soportarlo” además de desvirtuar “algunas cosas que se andan diciendo”.
Gladis Beatriz Brítez, oriunda de Misiones pero residente en esta localidad desde hace algunos años, es la madre de Marcelo Fabián Deutchle, de 21 años, padre del bebé fallecido. Por su parte, Gladis Mabel Gruber, es la madre de Gisella Yanet Correira Pedroza, de 20 años, madre del bebé y de una nena de tres años, que no es hija de Marcelo. Refirió que viajó desde Misiones para ayudar a su hija en la difícil e injusta situación que está pasando”. Expresó que “desde que el bebé enfermó, mi hija estuvo en contacto telefónico conmigo y me contaba cada cosa que iba pasando y nos pedía opinión o consejo ya que su padre, mi marido, es médico en Misiones”.
Ambas hicieron un relato cronológico y minucioso de los hechos previos al fatal desenlace completándose sin contradecirse mutuamente.
LOS HECHOS
Refirieron que al bebé, el día jueves 24 de junio le apareció una mancha oscura “Con pintitas rojas” en el costado izquierdo de la cara, desde el parietal hasta debajo de la oreja. Telefónicamente consultaron al padre de Gisella, quien les indicó que buscaran en los rincones de la casa, especialmente el colchón y la ropa de cama, por si constataban la existencia de vinchucas cuya picadura podría explicar la macha aparecida.
La búsqueda resultó negativa por lo que llevaron al niño al Centro Asistencial local el viernes 25. Allí el facultativo constató que al apretarle la mancha el bebé no daba señales que le doliera. Por lo demás, no había otros síntomas. Comía bien, dormía bien, no lloraba sin motivos. En consecuencia dispuso que se le practicaran diversos análisis.
Concurrieron al bioquímico el lunes 27 y como los resultados no iban a estar listos hasta el martes, ese mismo lunes en horas de la tarde la abuela paterna y la madre del bebé lo llevaron al Hospital de Intendente Alvear, preocupadas por que el tema se iba prolongando demasiado.
La abuela no recuerda el nombre del médico que las atendió en Alvear, pero sí que les aconsejó llevarlo al Hospital de General Pico, recomendándoles que las atendiera un especialista cuyo nombre ahora tampoco recuerda. En el Gobernador Centeno, “el martes 28 a las 12,55” las atendió una pediatra pues el especialista que buscaba no se encontraba.
Cuenta la abuela que la médica, luego de revisar al niño, les dijo que eso parecía una consecuencia de golpes o malos tratos. Que a pesar de las protestas de inocencia de ambas mujeres dispuso internar al pequeño en observación y a la madre someterla a entrevistas con una asistente social y una psicóloga.
El niño estuvo internado hasta el jueves 1º en que fue dado de alta pero, “lo curioso es que en ningún momento –aseguró- se le administró medicamento alguno, ni siquiera suero y la única radiografía que se le tomó abarcaba su cuerpo pero no la cabeza”.
Finalmente la misma pediatra, dispuso el alta del bebé manifestando que iba a solicitar que en Larroudé una asistente social hiciera un seguimiento de su modo de vida y la situación socio económica del núcleo familiar.
Luego de su regreso, la mancha del bebé no sufrió ninguna variante. La vida del bebé y sus padres transcurrió normalmente salvo por el hecho de que nadie les indicó medicamento alguno parta suministrarle y nunca llegó hasta su hogar ninguna asistente social.
EL DECESO
El jueves 8, precisaron, la abuela paterna del pequeño junto a su nuera concurrieron después del mediodía a una vivienda del medio para hacer una “changa” de lavado de ropa y otros quehaceres domésticos y se llevaron ambos niños. El padre estaba trabajando.
Dice la mujer que su hijo, o sea el padre del bebé, regresó de su trabajo a las 19 y pasó por ese domicilio. Cuando le dijeron que no les faltaba mucho para terminar decidió adelantarse y regresar al hogar, con bebé y su hermanita, ir encendiendo el fuego.
Que una vez allí, según le contó el hijo, dice que puso al bebé sentado sobre un colchón que se encontraba en el piso, lo abrigó con una frazada y se entretuvo en algunos menesteres domésticos. Que al poco rato vio como el pequeño se tiraba hacia atrás y cuando se acercó vio que temblaba, como si tuviera convulsiones, y “estaba todo negro. Todo el cuerpo, los labios, todo” reitera la mujer. Que desesperado le aflojó la ropa, suponiendo que podría ayudarlo a respirar, lo envolvió en una manta y salió corriendo a la calle con el niño en brazos donde un vecino en una moto lo trasladó al Centro Asistencial.
Cuando llegó, el pequeño ya se encontraba sin vida y no reaccionó ni dándosele oxígeno. El médico dispuso remitir el cuerpo a General Pico para practicarle la autopsia y en la ambulancia viajó la madre y un policía mientras que los demás familiares se trasladaron en un auto particular.
Cuenta la abuela que cuando llegaron el médico que recibió el cadáver les dijo después de una primera observación que parecía que el niño se había ahogado con leche “o algo así”. Que después procedió a realizar la autopsia y que durante su transcurso apareció la médica pediatra que lo había atendido en el Hospital Centeno, con el rostro desencajado, ingresó a donde se llevaba a cabo el acto pericial y le pidió al forense que dispusiera la realización de una radiografía.
LA SORPRESA
Dijo la abuela materna que interpreta que el médico forense llegó a la conclusión “que no había nada anormal, sino como se entiende que nos mandaron a la Comisaría III para retirar el papel que nos iba a permitir sepultar el niño. Con ese papel y el cuerpito retornamos a Larroudé donde llegamos a las 4,30 de la madrugada del viernes 9. Pero cuando llegamos a la Sala Velatoria, vino un policía que nos dijo que teníamos que volver a Pico, con el cadáver, y que los padres quedaban detenidos” relató.
Aparentemente, nadie le dio otra explicación, tuvieron que devolver el certificado en la Comisaría III y, después, lo que ya es conocido. Los padres demorados e incomunicados, prestaron declaración ante el Juez el sábado 10, luego de lo cual se les levantó la incomunicación pero, hasta la fecha, siguen alojados en dependencias policiales.
LA ANGUSTIA
A esa altura interviene la otra abuela, quien contó que vino de Misiones en cuanto se enteró de lo que sucedía “estuve con mi hija, y ella está sufriendo mucho esta detención, son condiciones muy duras para ella que tiene taquicardia y no se cuanto podrá aguantar sin enfermarse, yo la veo muy desmejorada” explicó angustiada.
Ambas coincidieron en que ninguno de los dos registran antecedentes policiales de ninguna índole, que ninguno de los dos niños registra ninguna marca o huella de castigos o malos tratos, que creen en la inocencia de sus hijos y que han tratado de hablar infructuosamente con el Juez que entiende en la causa para ofrecerles su testimonio.